HAN DICHO

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Reseña de la representación "No ve la Rosa"

Estuve en el estreno ayer de "No ve la rosa", del candidato a Premio Nobel de Literatura 2010 Miguel Óscar Menassa. Tengo que decir que me emocionó enormemente. La puesta en escena estuvo impresionante, impecable a cargo de Elena Conchello y Chicky Álvarez, que estuvieron enormes sobre el escenario. La adaptación teatral de esta novela de Menassa no dejó un minuto de descanso y mantuvo la atención permanente de los espectadores. Diálogos inteligentes, frases con fino humor y la poesía siempre, siempre presente. Genial, simplemente genial!

PAOLA DUCHÊN


RESEÑA DE LA OBRA DE TEATRO NO VE LA ROSA
Soy asidua consumidora de teatro. Lectora y público, y por otro lado, también indagadora de las enseñanzas de la obra de Miguel Menassa. La adaptación de No ve la Rosa, obra de este autor, por Txiqui Álvarez, me parece acertada en toda su dimensión, y la actuación del propio Txiqui y de Elena Conchello, su partenaire escénica, cautivante. Es lo mejor que he visto en muchos años, junto con el Diario de Adán y Eva, texto adaptado de Marc Twain, donde el gran Miguel Ángel Solá, uno de los gigantes de la escena argentina y universal, desplegaba toda su brillantez teatral. Me llamó mucho la atención que Txiqui nombrara también a Solá como homenaje al principio de esta obra con la que ayer nos sorprendieron tan gratamente estos actores.Y es cierto, Txiqui tiene una maleabilidad corporal sorprendente que permite emparentarlo más con los actores argentinos que con los españoles, más contenidos, menos expresivos y menos duchos en el despliegue corporal. El escenario sobra, porque lo lleva con él. Es su propio cuerpo. La voz está bien puesta y el cuerpo va detrás de las palabras, y dice lo que ellas dicen, acompaña, no se pelea ni contradice el discurso.La actuación de Elena está sin duda al nivel. Cuerpo, voz, y la fuerza de la palabra escrita tan bien escogida en esa extensa red de combinaciones de almas y deseo que es el texto de Menassa, No ve la rosa. Se nos narra una historia de deseos, no de acontecimientos, donde se pone en juego el deseo de Josefina, la protagonista, su deseo de formación como psicoanalista y su deseo de producirse como escritora. Se nos muestra la relación con sus maestros, tanto en psicoanálisis como en el camino de la escritura, nuestra protagonista aparece en escenas cotidianas del ejercicio de sus ocupaciones: escribiendo, atendiendo pacientes, pero lo que mejor ha sido captado en esta obra es la verdadera dimensión del amor, un acto de amor es dar lo que no se tiene a quien no es, la forma más pura del amor es pertenecer a una cadena de formación, hacer de eslabón para que otros puedan hacer su lugar en ese campo del saber, llámese poesía o psicoanálisis. Por eso se plantea en la obra la renuncia al amor carnal entre Josefina y Evaristo, que no son precisamente dos ascetas, que tienen relaciones múltiples con otros hombres y con otras mujeres, pero entre ellos, el amor es a la escritura. Cada cosa ha de estar en su lugar ¿hay acaso un amor más carnal que el amor que hacen entre sí las palabras? ¿hay acaso un amor más subyugante y a la vez más liberador que el sometimiento del escritor a la escritura? Pero todo esto que digo parece muy serio, sí, es una serie la que requiere la formación, tener mayores y menores, pertenecer a una cadena, pero eso no implica desterrar el humor. Me reí y gocé como hace tiempo no me pasaba, porque pocas veces se participa tan intensamente del Goce de los actores, que se notaba que se divertían en escena, que les gustaba lo que hacían, que creían en el discurso que sostiene la obra. La belleza de las palabras me emocionaba, también la belleza de los cuerpos, materia modelable por las palabras. Han captado uno de los corazones de No ve la Rosa, tiene muchos, muchas obras de teatro posibles, esta es una, bellísima, por cierto. Se ha captado el humor, que nos permite escuchar frases imposibles de otra manera. Con humor se habla del maltrato a la mujer, con humor se habla de la infidelidad, de la homosexualidad, del amor, de la poesía, del psicoanálisis. Embaucadora, desde el principio hasta el final, hilarante, tierna, delicada y brutal. Imperdible producción de este siglo veintiúnico. Una llamada a la construcción, a la producción y a la creación, una defensa de una ética, en un mundo donde prevalece la destrucción, la falta de ética y la ausencia de amor. Una historia de amor, de amor humano, de amor con Goce y con deseo, de amor con creación, de amor que rompe la dupla de la pareja convencional (aquella que hace uno de dos), este amor hace de dos, millones. Dejar de verla sería imperdonable.
Alejandra Menassa de Lucia


NO VE LA ROSA, adaptación de Chicky Álvarez y Elena Conchello, de la novela del mismo título de Miguel Oscar Menassa.
Lo difícil de una adaptación teatral es que tiene que respetar el texto original, sea cual sea su género, estilo o formato, y, si se puede, resaltar el sentido general de la obra. El pasado sábado, pudimos comprobar que esto, aunque poco frecuente, es posible.
En el mundo actual, el concepto de creación está opacado por la impostura de una genialidad espontánea, innata y reñida con la idea de trabajo. Una genialidad muy rentable para según qué sectores de la "cultura".
Y esto es necesario saberlo, aunque no creérselo: el verdadero juez de la realidad siempre es la historia, no los aparatos des-culturizadores de los estados que, en todas las épocas y culturas, ostentan el poder.
Esperamos con ansiedad otra muestra del trabajo que estos jóvenes actores realizan con la escritura de un autor como Menassa, y su humor agudo y descarnado.
Carmen Salamanca



NO VE LA ROSA EN EL TEATRO

Ayer disfruté de un espectáculo: una representación teatral de un guión escrito en 1989, hablando de lo que sucede a los múltiples hombres y mujeres con las múltiples mujeres y hombres que nos habitan.
Cuando se ha leído una novela y después se puede disfrutar de ella en el cine o teatro, el espectador puede ser un crítico contaminado por la sucesión de unos hechos que cree conocer, esperando la frase exacta y la mueca correspondiente.
Y cuando lo que se representa respeta el texto, por haber sido correctamente adaptado (en este caso tomando material del propio autor), el producto sorprende en su puesta en escena, como un sueño, y permite la singularidad artística creando no sólo un escenario inédito, sino al propio espectador incluido en un tiempo recurrente marcado y puntuado por la labor grupal, de un equipo técnico, que ha sido trabajado también por el guión.
Palabra y cuerpo bailando un tango en una obra teatral ejecutada por Chicky Álvarez y Elena Conchello, representando distintos personajes de No Ve La Rosa, obra de Miguel Menassa, que ayer jueves 17 de febrero de 2011, pudimos contemplar en el Salón de Actos Fundación Progreso y Cultura en la calle Maldonado 53 de Madrid.
La ficha técnica, desglosa una serie de trabajadores: bastidores de condensación y desplazamiento son los mecanismos que la poesía permite en todos los géneros. Tal vez radique ahí el éxito que puede alcanzar esta obra: los actores son interpretados por una escucha poética y ahí, se puede soñar.
Evaristo: “yo soy el muerto que habla”
Josefina: “no soy tus sueños, soy la quietud más íntima que te impide soñar”
La obra, en su momento de concluir, dice en boca de Josefina, la misma frase con la que, en el instante de ver, comenzó Evaristo: “todo me da miedo, ya que nada de lo que diga podrá estar alejado de mí sino la longitud de mi brazo derecho que es, normalmente, el brazo que extiendo para tocar más allá, de mis labios, un cuerpo”
El tiempo de comprender es algo que invito a presenciar a todos ustedes. Una obra de teatro y una puesta en escena que genera el deseo de volver a leer y volver al teatro.

Carlos Fernández